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Asando una picana de
ñandú,
lo sorprendió la tarde en el Pehuén,
arriero soñador de piño
y luz,
que supo ser señor en el Aiken.
Con un perro pelao y un cascabel,
un caballo cansao, viejo y cinchón.
Ahí anda guanaquiando Don Yatel,
cacique Cimarrón,
del Aoniken.
Cuando llega a los boliches
por un trago de ginebra.
Suele cantar un Kaani,
con fábulas y leyendas.
Y los ojos se le escapan
hacia el costao del camino,
porque ha nacido Tehuelche
y antes que nada Argentino.
Cuantos recuerdos tiene Don Yatel,
de la isla Pavón y del Cardiel.
Cuando llegaba el barco de Don Luis,
trayéndole banderas para él.
Cuando el invierno suelta su esplendor,
y se pinta la cima del Chalten,
se me antoja la estampa de Yatel,
corriendo los ñandúes, hacia el
sol.
Cuando llega a los boliches
por un trago de ginebra.
Suele cantar un Kaani,
con fábulas y leyendas.
Y los ojos se le escapan
hacia el costao del camino,
porque ha nacido Tehuelche
y antes que nada Argentino.
y antes que nada Argentino.
y antes que nada Argentino.