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Al borde de toda noche puede ver lo que me aguarda
y aunque el bar está nublado quiero hablar, aun voy mirando.
(Tu rubor.. mi rubor... el alcohol... una luz... ese hotel...
hay calor... es fugaz... escaparse... remontar...
recaer... padecer... parecer... perecer...
oigo pasos... no oigo bien... te conozco...)
Compañeros de percance óiganme bien, a falta de inspiración,
el relato de lo que me sucedió, ustedes conocen bien.
Cuando el cielo tuvo un cruce con el mar de sus recuerdos
y caímos cada uno en una cruel aventura de placer.
Partí con rumbo norte en pos de playas de colores,
vista al piso y rumbo al sol.
Y llegué con mis costumbres de animal
a un pueblo llano y voraz,
con mesas, sillas de tomar, era casi normal,
seguía lejos hasta que se presentó...
Yo soy el As de copas y a tus manos solo vengo a ofrecer,
traigo en la cárcel de mi cuerpo diezmil almas más como tu ser,
ven a mis brazos y aceptarás todo lo que puedo yo darte,
solo abandónate a mis vicios, ya no querrás escaparte.
Te ofrezco mil tesoros, cualidades para negociar con bien,
tus venas vendrán a hincharse ya, como un costal lleno de hiel;
donde desees llegar, a toda máquina primero llegarás;
te ofrezco acción, dinero... ¡te la ofrezco a ella, compañero!
Y al aceptar en mi mente, recuerdos atacaron;
diezmil angustias en mi pecho se enredaron.
Por mi cabeza subiendo el vapor nocturno del alcohol
y decidí borrarte una vez más de todo aquello.
(Tu rubor... mi rubor... tu pasión ... tu silencio...
esconder... fracasar... perduran... tus canciones...)
Con gozo y con placer, aventuras, curas de perro
mientras la nube de humo posaba sobre mi cuerpo.
Parada ahí como un calco de mis sueños,
ojo azul como su jean.
Cabellos negros, oye tú, llegaste al fin;
hey, no sabes lo que te aguarda en su cintura
al envolverte con su cuerpo adolescente de mujer...
Yo soy el As de copas y a tus manos solo vengo a ofrecer,
traigo en la cárcel de mi cuerpo diezmil almas más como tu ser,
te ofrezco acción, dinero... ¡te la ofrezco a ella, compañero!
Tomé tu gracia y tu placer,
tu fama y tus costumbres de querer;
al despertar dudé en volver a abrir los ojos por el asco;
me ofreces noches de placer, reír, llegar siempre primero,
esta resaca que me brindó el sueño me ha devuelto el corazón de acero.
¿me la ofreces a ella?... ja, pues... ¡no la quiero!