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Letra actual de la canción
El caporal y el espanto<br />Y fue una noche sin luna<br />inviernos del mes de mayo<br />corría una brisa de espanto<br />de esas que hielan al llano<br />se escuchaba en sus murmullos<br />quejidos y un llanto largo<br />que venía trayendo en sus manos<br />el ánima de un condenado<br />era el tenebroso rayó su compañero y aliado<br />hasta los toros pitaban de terror<br />y acobardados; el atajo se perdía en el monte<br />más cercano<br />y el caimán negro del lipa se refugiaba en un charco<br /><br />Camara. . , usté es bien macho?<br />yo lo sé y no lo he dudao<br />porque los hombres son hombres<br />la historia lo ha demostrao<br />se enfrentan al mundo cruel<br />ose matan a balazos<br />pero peliá con los muertos?<br />sólo se ha visto en mi llano.<br /><br />El cuento que les relato<br />ya muchos lo han éscuchao<br />y veneran al llanero<br />que desafió al condenao<br />en una noche sin luna<br />inviernos del mes de mayo<br />sin más armas que el valor<br />y el honor de ser cristiano<br /><br />llaneros de los contornos<br />poco llegaban al hato<br />donde habitaba la leyenda<br />del caporal y el espanto.<br />Aunque muchos se quedaron<br />para probar lo contado<br />ninguno aguanto la noche<br />y montaban sus caballos<br /><br />Dicen los que vivieron<br />en aquellos tiempos pasados<br />que en épocas de trabajo<br />se espantaban los rebaños<br />y aparecía en la llanura<br />un hombre negro y bien alto<br />soltando una risotada<br />que acobardaba al más guapo<br /><br />Me cuenta don Marcelino<br />que una noche de verano<br />se paseaba en la sabana<br />y oyó que estaban cantando<br />y al llegar a un morichal<br />vio al espanto galopando<br />que vomitaba candela<br />se alejaba por el llano<br /><br />El catire José Amalio<br />su paciencia ibaagotando<br />hombre de recio valor<br />nunca lo habían asustado<br />no le paraban los peones<br />aunque fueran bien pagados<br />y ninguno se atrevía<br />a sabanear los atajos.<br /><br />Maldito sea ese piazo e'muerto<br />al que llaman condenao<br />me voy a buscarlo solo<br />le voy a pega un balazo<br />ese jodio ta creyendo<br />que he sido gallo espueliao<br />pero conmigo se juñe<br />le voy a mandá al carajo.<br /><br />Y bien resuelto iba<br />el hombre en su caballo castaño<br />llevaba en su cartuchera<br />la cruz señal del cristiano<br />en la copa e'su sombrero<br />la virgen patrona del llano<br />y en sus labios de coplero<br />a florentino y el diablo<br />'Espanto de la llanura<br />que acobardas al más guapo<br /><br />Esas fueron las palabras<br />al llegar a aquel quemado<br />vengo a buscarte pelea<br />como quieras condenao<br />soy tigre que en la sabana<br />nunca lo han acorralao.<br /><br />Serían en punto de las doce<br />el llano estaba asustao<br />el cielo con su negrura<br />se mostraba encapotao<br />y el relincho de una bestia<br />anunció al recién llegado<br />mientras que una risotada<br />rompía el silencio del llano<br />el cielo se estremeció<br />un trueno llenó el espacio<br />y una tempestad furiosa<br />con relámpagos y rayos<br />vomitó fuego candente<br />cobijando al condenao<br />porque allá en la oscura noche<br />un hombre lo ha desafiado.<br /><br />Que es lo que quieres de mí?<br />le preguntó aquel espanto<br />si quieres peliar conmigo<br />alístate José Amalio .<br />porque voy a demostrarte<br />que para mí no hay humano<br />que se atreva a desafiarme<br />en este tu inmenso llano.<br /><br />Acomódese cuñao<br />Le respondió José Amalio<br />a mi no me asustan sombras<br />ni con luces me acobardo<br />yo soy como Florentino<br />que le dio paliza al diablo<br />traigo a la Virgen del Carmen<br />prendida al escapulario.<br /><br />Se escucharon unos tiros<br />se oyeron cuatro balazos<br />cuátro cruces que apagaron<br />el fuego del condenado<br />y dos jinetes con furia<br />que entre sí se abalanzaron<br />defendiendo los derechos<br />de comandar en el llano<br /><br />Se acabó la tempestad<br />hubo un silencio sagrado<br />comenzó la madrugada<br />se oyó el cantar de los gallos<br />y una brisa disolvía<br />olor a azufre quemado<br />mientras que allá sin sentido<br />se encontraba José Amalio<br />el llano lo despertó<br />con un concierto embrujado<br />y el rocío de la mañana<br />sus labios acariciaba.<br /><br />Ya no volverá jamás<br />el alma del condenado<br />la valentía de un llanero<br />al mal había derrotado.
Letra nueva de la canción
El caporal y el espanto<br />Y fue una noche sin luna<br />inviernos del mes de mayo<br />corría una brisa de espanto<br />de esas que hielan al llano<br />se escuchaba en sus murmullos<br />quejidos y un llanto largo<br />que venía trayendo en sus manos<br />el ánima de un condenado<br />era el tenebroso rayó su compañero y aliado<br />hasta los toros pitaban de terror<br />y acobardados; el atajo se perdía en el monte<br />más cercano<br />y el caimán negro del lipa se refugiaba en un charco<br /><br />Camara. . , usté es bien macho?<br />yo lo sé y no lo he dudao<br />porque los hombres son hombres<br />la historia lo ha demostrao<br />se enfrentan al mundo cruel<br />ose matan a balazos<br />pero peliá con los muertos?<br />sólo se ha visto en mi llano.<br /><br />El cuento que les relato<br />ya muchos lo han éscuchao<br />y veneran al llanero<br />que desafió al condenao<br />en una noche sin luna<br />inviernos del mes de mayo<br />sin más armas que el valor<br />y el honor de ser cristiano<br /><br />llaneros de los contornos<br />poco llegaban al hato<br />donde habitaba la leyenda<br />del caporal y el espanto.<br />Aunque muchos se quedaron<br />para probar lo contado<br />ninguno aguanto la noche<br />y montaban sus caballos<br /><br />Dicen los que vivieron<br />en aquellos tiempos pasados<br />que en épocas de trabajo<br />se espantaban los rebaños<br />y aparecía en la llanura<br />un hombre negro y bien alto<br />soltando una risotada<br />que acobardaba al más guapo<br /><br />Me cuenta don Marcelino<br />que una noche de verano<br />se paseaba en la sabana<br />y oyó que estaban cantando<br />y al llegar a un morichal<br />vio al espanto galopando<br />que vomitaba candela<br />se alejaba por el llano<br /><br />El catire José Amalio<br />su paciencia ibaagotando<br />hombre de recio valor<br />nunca lo habían asustado<br />no le paraban los peones<br />aunque fueran bien pagados<br />y ninguno se atrevía<br />a sabanear los atajos.<br /><br />Maldito sea ese piazo e'muerto<br />al que llaman condenao<br />me voy a buscarlo solo<br />le voy a pega un balazo<br />ese jodio ta creyendo<br />que he sido gallo espueliao<br />pero conmigo se juñe<br />le voy a mandá al carajo.<br /><br />Y bien resuelto iba<br />el hombre en su caballo castaño<br />llevaba en su cartuchera<br />la cruz señal del cristiano<br />en la copa e'su sombrero<br />la virgen patrona del llano<br />y en sus labios de coplero<br />a florentino y el diablo<br />'Espanto de la llanura<br />que acobardas al más guapo<br /><br />Esas fueron las palabras<br />al llegar a aquel quemado<br />vengo a buscarte pelea<br />como quieras condenao<br />soy tigre que en la sabana<br />nunca lo han acorralao.<br /><br />Serían en punto de las doce<br />el llano estaba asustao<br />el cielo con su negrura<br />se mostraba encapotao<br />y el relincho de una bestia<br />anunció al recién llegado<br />mientras que una risotada<br />rompía el silencio del llano<br />el cielo se estremeció<br />un trueno llenó el espacio<br />y una tempestad furiosa<br />con relámpagos y rayos<br />vomitó fuego candente<br />cobijando al condenao<br />porque allá en la oscura noche<br />un hombre lo ha desafiado.<br /><br />Que es lo que quieres de mí?<br />le preguntó aquel espanto<br />si quieres peliar conmigo<br />alístate José Amalio .<br />porque voy a demostrarte<br />que para mí no hay humano<br />que se atreva a desafiarme<br />en este tu inmenso llano.<br /><br />Acomódese cuñao<br />Le respondió José Amalio<br />a mi no me asustan sombras<br />ni con luces me acobardo<br />yo soy como Florentino<br />que le dio paliza al diablo<br />traigo a la Virgen del Carmen<br />prendida al escapulario.<br /><br />Se escucharon unos tiros<br />se oyeron cuatro balazos<br />cuátro cruces que apagaron<br />el fuego del condenado<br />y dos jinetes con furia<br />que entre sí se abalanzaron<br />defendiendo los derechos<br />de comandar en el llano<br /><br />Se acabó la tempestad<br />hubo un silencio sagrado<br />comenzó la madrugada<br />se oyó el cantar de los gallos<br />y una brisa disolvía<br />olor a azufre quemado<br />mientras que allá sin sentido<br />se encontraba José Amalio<br />el llano lo despertó<br />con un concierto embrujado<br />y el rocío de la mañana<br />sus labios acariciaba.<br /><br />Ya no volverá jamás<br />el alma del condenado<br />la valentía de un llanero<br />al mal había derrotado.
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