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Letra actual de la canción
obre el papel treinta y tres hurtos, <br />robos pequeños tras la heroina. <br />cualquier ratero, justicia en curso, <br />jueza inflexible, pose mohína. <br /> <br />Y en el banquillo el acusado; <br />dos tristes ojos lloran tristeza, <br />un alma seca que vierte llanto, <br />una mirada se sabe presa. <br /> <br />Con arrogancia y alevosía, <br />quiso la jueza cruzar miradas, <br />y en ese cruce su señoría <br />supo que hay ojos que al morir matan. <br /> <br />Dos ojos claros y confundidos <br />un pestañeo en su defensa, <br />declaracion: "amor perdido" <br />catorce años es su condena. <br /> <br />Y aquel mazazo dictó sentencia, <br />nuestro ratero a sembrar la sombra, <br />con semillas que porten paciencia, <br />y nuestra jueza a llorar su alfombra, <br /> <br />pues la mas ciega de las justicias, <br />llenó sus ojos de imposibles, <br />guardó la espera setenta dias, <br />y logró el indulto de los posibles. <br /> <br />pero el dia setenta y uno, <br />este preso no pudo mas, <br />y ahorcado en su propia celda, <br />cedió al mono marchando en paz. <br /> <br />Y hay quien dice que hubo un llanto <br />en los pasillos del tribunal <br />que hablaba de un preso indultado <br />y de una jueza queriendo amar. <br /> <br />y desde entonces ya no hay indultos, <br />ni rendiciones, ni reinsercion, <br />mas ciega y necia es la justicia, <br />ya no concede la salvación.
Letra nueva de la canción
obre el papel treinta y tres hurtos, <br />robos pequeños tras la heroina. <br />cualquier ratero, justicia en curso, <br />jueza inflexible, pose mohína. <br /> <br />Y en el banquillo el acusado; <br />dos tristes ojos lloran tristeza, <br />un alma seca que vierte llanto, <br />una mirada se sabe presa. <br /> <br />Con arrogancia y alevosía, <br />quiso la jueza cruzar miradas, <br />y en ese cruce su señoría <br />supo que hay ojos que al morir matan. <br /> <br />Dos ojos claros y confundidos <br />un pestañeo en su defensa, <br />declaracion: "amor perdido" <br />catorce años es su condena. <br /> <br />Y aquel mazazo dictó sentencia, <br />nuestro ratero a sembrar la sombra, <br />con semillas que porten paciencia, <br />y nuestra jueza a llorar su alfombra, <br /> <br />pues la mas ciega de las justicias, <br />llenó sus ojos de imposibles, <br />guardó la espera setenta dias, <br />y logró el indulto de los posibles. <br /> <br />pero el dia setenta y uno, <br />este preso no pudo mas, <br />y ahorcado en su propia celda, <br />cedió al mono marchando en paz. <br /> <br />Y hay quien dice que hubo un llanto <br />en los pasillos del tribunal <br />que hablaba de un preso indultado <br />y de una jueza queriendo amar. <br /> <br />y desde entonces ya no hay indultos, <br />ni rendiciones, ni reinsercion, <br />mas ciega y necia es la justicia, <br />ya no concede la salvación.
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