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Letra actual de la canción
Señores, pido silencio<br />y en el silencio atención<br />que aquí los convoco yo<br />a transitar la ternura<br />de la historia simple y pura<br />que voy a contarles yo.<br />Al ritmo de cumbia suave<br />que me marca la guitarra<br />caminando por el alma<br />hasta mi boca llegó<br />esta narración de amor<br />de desesperanza y sueños:<br />la vida, pasión y vuelo<br />de la abuelita Zenaida.<br /><br />La conocí en Bogotá<br />por las calles bogotanas<br />vendiendo frutos maduros<br />con su sonrisa cansada<br />siempre en la boca un cigarro<br />cigarro que ella se arma<br />tan pequeñita, tan frágil que me dije:<br />"cosa rara que camine y que no vuele"<br />esta viejita Zenaida<br />siempre al trotecito corto<br />de hormiguita ciudadana<br />no sé por qué la Zenaida<br />en su andar, en su mirada<br />me recordaba a mi abuela<br />a mi abuelita Milagro<br />que hacía el pan de la nada.<br /><br />Casi niña quedó viuda<br />con diez hijos a su cargo<br />los fue criando a lo hombre<br />duramente trabajando<br />mientras ellos crecían<br />ella se iba achicando.<br />De los diez hijos que tuvo<br />uno murió<br />dos hay presos<br />y los demás poco a poco<br />se le fueron alejando<br />uno a trabajar muy lejos<br />y los demás, y los demás se casaron<br />y así se quedó solita<br />en su casita de barrio.<br /><br />¡Cumbia!<br />De mañanita la Zenaida<br />sale temprano del tugurio<br />De mañanita la Zenaida<br />sale temprano del tugurio<br />arremolina su tabaco<br />se va a vender frutos maduros<br />Zenaida baila la cumbia<br />Zenaida baila la cumbia<br />Ah viejita del manglar<br />hormiga de ciudad<br />tu fruta me sabe a cumbia<br />cumbia, cumbia de la playa<br />tu fruta me sabe a cumbia<br />cumbia, cumbia de la playa<br />Zenaida baila la cumbia<br />Zenaida baila la cumbia<br /><br />Pasó el tiempo<br />y con los años<br />un nieto la visitaba<br />era su nieto mayor<br />su orgullo, sus ojos, su alma<br />se parecía al abuelo<br />y como él se llamaba Manuel<br />como aquel Manuel<br />que hizo mujer a Zenaida<br />y que le sembró diez hijos<br />y al que un día por bobadas<br />se lo trajeron aún tibio<br />muerto de una puñalada<br />El nieto que era su orgullo<br />cuando al ranchito llegaba<br />la levantaba en sus brazos<br />y le besaba las canas<br />y le decía: "mi reina<br />tú eres mi novia más cara"<br />A veces venía picado de aguardiente<br />y la obligaba a bailar con él la cumbia<br />y la Zenaida bailaba<br />Él se llamaba Manuel<br />Manuel Hernández Peralta<br />y era su orgullo, sus ojos<br />el brote más lindo y bueno<br />que le floreció a Zenaida<br />él la obligaba a bailar<br />y ella la cumbia bailaba.<br /><br />Zenaida baila la cumbia<br /><br />Pero un domingo que vino<br />su Manuel a visitarla<br />lo notó como distante<br />no reía, no charlaba<br />ni la invitó a bailar cumbia<br />se quedó toda la tarde<br />tendido sobre la cama<br />recién al anochecer<br />y cuando ya se marchaba<br />le dijo dándole un beso:<br />"Allí debajo la almohada<br />le he dejado una cartita<br />leala recién mañana."<br />La volvió a besar muy fuerte<br />y se alejó, lloviznaba<br />La Zenaida no durmió<br />no rezó, sólo fumaba<br />y esperó el amanecer<br />para así leer la carta<br />que acariciaba en sus manos<br />como si fueran los ojos<br />del nieto hermoso del alma.<br /><br />A lo lejos cantó un gallo<br />y eso trae la mañana<br />luego fueron las bocinas<br />los carros y abrió la carta:<br />"Abuelita: no se apene<br />cuando usted lea esta carta<br />yo habré salido a Miami<br />en un barquito de carga<br />a buscar otro destino<br />quiero ver como sacarla<br />de este tugurio del rancho<br />porque a mí me parte el alma<br />verla ya tan viejecita<br />salir todas las mañanas<br />a vender frutos maduros<br />por las calles bogotanas<br />yo parto con un amigo<br />rece por él y por mi alma"<br />Dobló la carta Zenaida<br />armó y encendió un cigarro<br />y se fue a vender sus frutos<br />por las calles bogotanas<br /><br />De mañanita la Zenaida<br />sale temprano del tugurio<br />De mañanita la Zenaida<br />sale temprano del tugurio<br />arremolina su tabaco<br />se va a vender frutos maduros<br />Zenaida baila la cumbia<br />Zenaida baila la cumbia<br /><br />Al poco tiempo Zenaida<br />comenzó a recibir cartas:<br />"2 de septiembre, New York,<br />Abuelita mi vieja:<br />rece mucho que a Dios gracias<br />mis cosas andan muy bien<br />y estoy ganando harta plata<br />ya la imagino viviendo en un palacio<br />rodeada de hermosas matas y flores<br />tendidas sobre una hamaca<br />mientras yo le doy mil besos<br />dulce abuelita Zenaida"<br />"Diciembre 5, Miami<br />hoy pensé mucho en usted<br />abuelita de mi alma<br />las cosas marchan mejor<br />pero a veces hay nostalgia<br />cuando regrese le haré<br />bailar la cumbia, mi alma<br />Abuelita:<br />he conocido a una muy linda muchacha<br />yo sé que le va gustar, es caleña<br />de nombre Ana<br />yo le hablo mucho de usted<br />de mi abuelita Zenaida<br />que vende frutos maduros<br />por las calles bogotanas."<br /><br />Un atardecer de enero<br />regresaba la Zenaida<br />al ranchito del tugurio<br />después de vender papaya<br />y se acercó al mercadito<br />a comprar para la cena<br />unos pancitos calientes,<br />panelita y unas papas<br />En un diario de ese día<br />le envolvieron lo comprado<br />y al trotecito fumando<br />bajo una suave llovizna<br />llegó al tugurio Zenaida.<br /><br />Llegó un poquito cansada<br />encendió el fuego<br />las velas que siempre la acompañaban<br />fue a desenvolver el pan,<br />la panelita, las papas<br />cuando descubrió la foto<br />que una página ocupaba<br />del periódico que trajo<br />del mercadito Zenaida.<br />Ahí estaba su Manuel<br />junto a una hermosa muchacha<br />él tendido cara al cielo<br />ella abrazaba una itaka<br />y en la mano de Manuel<br />otra arma se dibujaba<br />La Zenaida se sentó<br />se acomodó bien las gafas y leyó:<br />" New York, New York - Manuel Hernández Peralta<br />y Ana María Peralta<br />dos jóvenes colombianos murieron<br />esta mañana tras un duro enfrentamiento<br />se los buscaba hace meses por traficar marihuana<br />se resistieron y fueron acribillados a balas".<br /><br />Zenaida pestañeó<br />y volvió a leer más calma<br />esta vez muy lentamente<br />"Ana María Peralta..."<br />musitó para sí<br />"oh muchachito berraco<br />se casa y no dice nada"<br />Se sonrió, miró la foto<br />"pero es linda la caleña<br />es bonita la muchacha<br />muchacho maleducado<br />casarse y no decir nada"<br />Luego recortó la foto<br />la alisó sobre la almohada<br />puso al fuego la panela<br />guardó el pan, guardó las papas<br />y se fue junto a la puerta<br />a esperar mientras fumaba<br />a que pasara la lluvia<br />para ir a vender papaya.<br /><br />Ah viejita del manglar<br />hormiga de ciudad<br />tu fruta me sabe a cumbia<br />cumbia, cumbia de la playa<br />tu fruta me sabe a cumbia<br />cumbia de la playa.<br /><br />Ah viejita del manglar<br />hormiga de ciudad<br />tu fruta me sabe a cumbia<br />cumbia, cumbia de la playa<br />tu fruta me sabe a cumbia<br />cumbia, cumbia de la playa<br />Zenaida baila la cumbia<br />Zenaida baila la cumbia.<br /><br />Y esto que sigue, señores<br />créanlo que es mi palabra<br />resulta que una mañana<br />vieron como la Zenaida<br />se volaba, se volaba<br />con la brisa se volaba.<br />Se dice que el Dios obrero<br />al que siempre ella rezaba<br />un día tuvo deseos<br />de comer una papaya<br />que es ese fruto tan dulce<br />que suele vender Zenaida<br />Dicen que la llamó<br />pero no murió Zenaida<br />sino que se fue en el vuelo<br />a llevarle una papaya<br />y vi con mis propios ojos<br />cómo las nubes cruzaba<br />y allá a los lejos su hombre<br />y su nieto la aguardaban<br />y junto a ellos la caleña,<br />Ana María Peralta<br />eso lo vio este cantor<br />que no miente cuando canta<br />Adiós, mi Zenaida, adiós<br />adiós, mi vieja Zenaida<br />yo también me iré muy pronto<br />al cielo a comer papaya...<br /><br />¡Cumbia!<br />De mañanita la Zenaida<br />sale temprano del tugurio<br />De mañanita la Zenaida<br />sale temprano del tugurio<br />arremolina su tabaco<br />se va a vender frutos maduros<br />Zenaida baila la cumbia<br />Zenaida baila la cumbia<br />Ah viejita del manglar<br />hormiga de ciudad<br />tu fruta me sabe a cumbia<br />cumbia, cumbia de la playa<br />tu fruta me sabe a cumbia<br />cumbia, cumbia de la playa<br />Zenaida baila la cumbia<br />Zenaida baila la cumbia
Letra nueva de la canción
Señores, pido silencio<br />y en el silencio atención<br />que aquí los convoco yo<br />a transitar la ternura<br />de la historia simple y pura<br />que voy a contarles yo.<br />Al ritmo de cumbia suave<br />que me marca la guitarra<br />caminando por el alma<br />hasta mi boca llegó<br />esta narración de amor<br />de desesperanza y sueños:<br />la vida, pasión y vuelo<br />de la abuelita Zenaida.<br /><br />La conocí en Bogotá<br />por las calles bogotanas<br />vendiendo frutos maduros<br />con su sonrisa cansada<br />siempre en la boca un cigarro<br />cigarro que ella se arma<br />tan pequeñita, tan frágil que me dije:<br />"cosa rara que camine y que no vuele"<br />esta viejita Zenaida<br />siempre al trotecito corto<br />de hormiguita ciudadana<br />no sé por qué la Zenaida<br />en su andar, en su mirada<br />me recordaba a mi abuela<br />a mi abuelita Milagro<br />que hacía el pan de la nada.<br /><br />Casi niña quedó viuda<br />con diez hijos a su cargo<br />los fue criando a lo hombre<br />duramente trabajando<br />mientras ellos crecían<br />ella se iba achicando.<br />De los diez hijos que tuvo<br />uno murió<br />dos hay presos<br />y los demás poco a poco<br />se le fueron alejando<br />uno a trabajar muy lejos<br />y los demás, y los demás se casaron<br />y así se quedó solita<br />en su casita de barrio.<br /><br />¡Cumbia!<br />De mañanita la Zenaida<br />sale temprano del tugurio<br />De mañanita la Zenaida<br />sale temprano del tugurio<br />arremolina su tabaco<br />se va a vender frutos maduros<br />Zenaida baila la cumbia<br />Zenaida baila la cumbia<br />Ah viejita del manglar<br />hormiga de ciudad<br />tu fruta me sabe a cumbia<br />cumbia, cumbia de la playa<br />tu fruta me sabe a cumbia<br />cumbia, cumbia de la playa<br />Zenaida baila la cumbia<br />Zenaida baila la cumbia<br /><br />Pasó el tiempo<br />y con los años<br />un nieto la visitaba<br />era su nieto mayor<br />su orgullo, sus ojos, su alma<br />se parecía al abuelo<br />y como él se llamaba Manuel<br />como aquel Manuel<br />que hizo mujer a Zenaida<br />y que le sembró diez hijos<br />y al que un día por bobadas<br />se lo trajeron aún tibio<br />muerto de una puñalada<br />El nieto que era su orgullo<br />cuando al ranchito llegaba<br />la levantaba en sus brazos<br />y le besaba las canas<br />y le decía: "mi reina<br />tú eres mi novia más cara"<br />A veces venía picado de aguardiente<br />y la obligaba a bailar con él la cumbia<br />y la Zenaida bailaba<br />Él se llamaba Manuel<br />Manuel Hernández Peralta<br />y era su orgullo, sus ojos<br />el brote más lindo y bueno<br />que le floreció a Zenaida<br />él la obligaba a bailar<br />y ella la cumbia bailaba.<br /><br />Zenaida baila la cumbia<br /><br />Pero un domingo que vino<br />su Manuel a visitarla<br />lo notó como distante<br />no reía, no charlaba<br />ni la invitó a bailar cumbia<br />se quedó toda la tarde<br />tendido sobre la cama<br />recién al anochecer<br />y cuando ya se marchaba<br />le dijo dándole un beso:<br />"Allí debajo la almohada<br />le he dejado una cartita<br />leala recién mañana."<br />La volvió a besar muy fuerte<br />y se alejó, lloviznaba<br />La Zenaida no durmió<br />no rezó, sólo fumaba<br />y esperó el amanecer<br />para así leer la carta<br />que acariciaba en sus manos<br />como si fueran los ojos<br />del nieto hermoso del alma.<br /><br />A lo lejos cantó un gallo<br />y eso trae la mañana<br />luego fueron las bocinas<br />los carros y abrió la carta:<br />"Abuelita: no se apene<br />cuando usted lea esta carta<br />yo habré salido a Miami<br />en un barquito de carga<br />a buscar otro destino<br />quiero ver como sacarla<br />de este tugurio del rancho<br />porque a mí me parte el alma<br />verla ya tan viejecita<br />salir todas las mañanas<br />a vender frutos maduros<br />por las calles bogotanas<br />yo parto con un amigo<br />rece por él y por mi alma"<br />Dobló la carta Zenaida<br />armó y encendió un cigarro<br />y se fue a vender sus frutos<br />por las calles bogotanas<br /><br />De mañanita la Zenaida<br />sale temprano del tugurio<br />De mañanita la Zenaida<br />sale temprano del tugurio<br />arremolina su tabaco<br />se va a vender frutos maduros<br />Zenaida baila la cumbia<br />Zenaida baila la cumbia<br /><br />Al poco tiempo Zenaida<br />comenzó a recibir cartas:<br />"2 de septiembre, New York,<br />Abuelita mi vieja:<br />rece mucho que a Dios gracias<br />mis cosas andan muy bien<br />y estoy ganando harta plata<br />ya la imagino viviendo en un palacio<br />rodeada de hermosas matas y flores<br />tendidas sobre una hamaca<br />mientras yo le doy mil besos<br />dulce abuelita Zenaida"<br />"Diciembre 5, Miami<br />hoy pensé mucho en usted<br />abuelita de mi alma<br />las cosas marchan mejor<br />pero a veces hay nostalgia<br />cuando regrese le haré<br />bailar la cumbia, mi alma<br />Abuelita:<br />he conocido a una muy linda muchacha<br />yo sé que le va gustar, es caleña<br />de nombre Ana<br />yo le hablo mucho de usted<br />de mi abuelita Zenaida<br />que vende frutos maduros<br />por las calles bogotanas."<br /><br />Un atardecer de enero<br />regresaba la Zenaida<br />al ranchito del tugurio<br />después de vender papaya<br />y se acercó al mercadito<br />a comprar para la cena<br />unos pancitos calientes,<br />panelita y unas papas<br />En un diario de ese día<br />le envolvieron lo comprado<br />y al trotecito fumando<br />bajo una suave llovizna<br />llegó al tugurio Zenaida.<br /><br />Llegó un poquito cansada<br />encendió el fuego<br />las velas que siempre la acompañaban<br />fue a desenvolver el pan,<br />la panelita, las papas<br />cuando descubrió la foto<br />que una página ocupaba<br />del periódico que trajo<br />del mercadito Zenaida.<br />Ahí estaba su Manuel<br />junto a una hermosa muchacha<br />él tendido cara al cielo<br />ella abrazaba una itaka<br />y en la mano de Manuel<br />otra arma se dibujaba<br />La Zenaida se sentó<br />se acomodó bien las gafas y leyó:<br />" New York, New York - Manuel Hernández Peralta<br />y Ana María Peralta<br />dos jóvenes colombianos murieron<br />esta mañana tras un duro enfrentamiento<br />se los buscaba hace meses por traficar marihuana<br />se resistieron y fueron acribillados a balas".<br /><br />Zenaida pestañeó<br />y volvió a leer más calma<br />esta vez muy lentamente<br />"Ana María Peralta..."<br />musitó para sí<br />"oh muchachito berraco<br />se casa y no dice nada"<br />Se sonrió, miró la foto<br />"pero es linda la caleña<br />es bonita la muchacha<br />muchacho maleducado<br />casarse y no decir nada"<br />Luego recortó la foto<br />la alisó sobre la almohada<br />puso al fuego la panela<br />guardó el pan, guardó las papas<br />y se fue junto a la puerta<br />a esperar mientras fumaba<br />a que pasara la lluvia<br />para ir a vender papaya.<br /><br />Ah viejita del manglar<br />hormiga de ciudad<br />tu fruta me sabe a cumbia<br />cumbia, cumbia de la playa<br />tu fruta me sabe a cumbia<br />cumbia de la playa.<br /><br />Ah viejita del manglar<br />hormiga de ciudad<br />tu fruta me sabe a cumbia<br />cumbia, cumbia de la playa<br />tu fruta me sabe a cumbia<br />cumbia, cumbia de la playa<br />Zenaida baila la cumbia<br />Zenaida baila la cumbia.<br /><br />Y esto que sigue, señores<br />créanlo que es mi palabra<br />resulta que una mañana<br />vieron como la Zenaida<br />se volaba, se volaba<br />con la brisa se volaba.<br />Se dice que el Dios obrero<br />al que siempre ella rezaba<br />un día tuvo deseos<br />de comer una papaya<br />que es ese fruto tan dulce<br />que suele vender Zenaida<br />Dicen que la llamó<br />pero no murió Zenaida<br />sino que se fue en el vuelo<br />a llevarle una papaya<br />y vi con mis propios ojos<br />cómo las nubes cruzaba<br />y allá a los lejos su hombre<br />y su nieto la aguardaban<br />y junto a ellos la caleña,<br />Ana María Peralta<br />eso lo vio este cantor<br />que no miente cuando canta<br />Adiós, mi Zenaida, adiós<br />adiós, mi vieja Zenaida<br />yo también me iré muy pronto<br />al cielo a comer papaya...<br /><br />¡Cumbia!<br />De mañanita la Zenaida<br />sale temprano del tugurio<br />De mañanita la Zenaida<br />sale temprano del tugurio<br />arremolina su tabaco<br />se va a vender frutos maduros<br />Zenaida baila la cumbia<br />Zenaida baila la cumbia<br />Ah viejita del manglar<br />hormiga de ciudad<br />tu fruta me sabe a cumbia<br />cumbia, cumbia de la playa<br />tu fruta me sabe a cumbia<br />cumbia, cumbia de la playa<br />Zenaida baila la cumbia<br />Zenaida baila la cumbia
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