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Letra actual de la canción
Cuando su padre acuchilló a su madre, <br />estaba tan perdido y tan borracho, <br />que intentó enterrarla en la cocina <br />y, muchacho, vivían en un cuarto. <br /> <br />En el Savoy me lo contó el Alvite. <br />Eran tiempos en los que Ernie Loquasto <br />reinaba como un dandy analfabeto <br />entre las putas, el juego y el caballo. <br /> <br />Ella tenía, ya sabes, lo que tienen <br />esas mujeres que en lugar de labios <br />te ofrecen la succión de una bañera <br />y convierten las camas en un charco. <br /> <br />Hay gente que nace en sábanas de seda <br />y otros, qué quieres, nacen para ser trapos. <br /> <br />Andaba diferente a todas ellas <br />y nunca se sabía si sus pasos <br />eran recuerdos de antiguas palizas <br />o el culo se lo movía el diablo. <br /> <br />Ella, muchacho, me confesó una noche <br />que su única ambición, a que negarlo, <br />fuera que cuando le llegara ese momento <br />el ataúd, joder, fuera forrado. <br /> <br />De los hombres nunca decía nada. <br />Los hombres nunca nada le habían dado, <br />si quitas mil palizas y algun beso <br />con sabor a empastes y a tabaco. <br /> <br />Hay gente que nace en sábanas de seda <br />y otros, qué quieres, nacen para ser trapos. <br /> <br />Yo ya la conocí cuando no era <br />ni sombra de ella misma, y sus abrazos <br />olían a cuartucho de pensiones, <br />y la muerte le buscaba los atajos. <br /> <br />El Alvite me dijo que una noche, <br />en un callejon tan solitario <br />que ni ratas había, te lo juro, <br />encontraron su cuerpo destrozado. <br /> <br />Tenía, dicen, las mismas cuchilladas <br />que su padre a su madre le había dado. <br />Hay gente que nace en sábanas de seda <br />y otros, qué quieres, nacen para ser trapos. <br /> <br />Ni siquiera logró, maldita sea, <br />ese ataúd forradito de raso. <br />Su cuerpo se quedó en el Anatómico <br />para estudio de la ciencia, muchacho. <br /> <br />Hay gente que nace en sábanas de seda <br />y otros, qué quieres, nacen para ser trapos.
Letra nueva de la canción
Cuando su padre acuchilló a su madre, <br />estaba tan perdido y tan borracho, <br />que intentó enterrarla en la cocina <br />y, muchacho, vivían en un cuarto. <br /> <br />En el Savoy me lo contó el Alvite. <br />Eran tiempos en los que Ernie Loquasto <br />reinaba como un dandy analfabeto <br />entre las putas, el juego y el caballo. <br /> <br />Ella tenía, ya sabes, lo que tienen <br />esas mujeres que en lugar de labios <br />te ofrecen la succión de una bañera <br />y convierten las camas en un charco. <br /> <br />Hay gente que nace en sábanas de seda <br />y otros, qué quieres, nacen para ser trapos. <br /> <br />Andaba diferente a todas ellas <br />y nunca se sabía si sus pasos <br />eran recuerdos de antiguas palizas <br />o el culo se lo movía el diablo. <br /> <br />Ella, muchacho, me confesó una noche <br />que su única ambición, a que negarlo, <br />fuera que cuando le llegara ese momento <br />el ataúd, joder, fuera forrado. <br /> <br />De los hombres nunca decía nada. <br />Los hombres nunca nada le habían dado, <br />si quitas mil palizas y algun beso <br />con sabor a empastes y a tabaco. <br /> <br />Hay gente que nace en sábanas de seda <br />y otros, qué quieres, nacen para ser trapos. <br /> <br />Yo ya la conocí cuando no era <br />ni sombra de ella misma, y sus abrazos <br />olían a cuartucho de pensiones, <br />y la muerte le buscaba los atajos. <br /> <br />El Alvite me dijo que una noche, <br />en un callejon tan solitario <br />que ni ratas había, te lo juro, <br />encontraron su cuerpo destrozado. <br /> <br />Tenía, dicen, las mismas cuchilladas <br />que su padre a su madre le había dado. <br />Hay gente que nace en sábanas de seda <br />y otros, qué quieres, nacen para ser trapos. <br /> <br />Ni siquiera logró, maldita sea, <br />ese ataúd forradito de raso. <br />Su cuerpo se quedó en el Anatómico <br />para estudio de la ciencia, muchacho. <br /> <br />Hay gente que nace en sábanas de seda <br />y otros, qué quieres, nacen para ser trapos.
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