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El diablo tararea
canciones susurradas al oído.
Blasfema caricia, aunque vea
mi muerte con cada latido.
Canta poemas de lúgubres versos,
acerca su boca y la pega a la mía.
Su aliento está muerto, sus labios son tersos,
me jura tristeza y melancolía.
Corrompe mi cuerpo con un solo beso.
Su cuerpo es de hembra, de hombre su sexo.
El diablo me canta a menudo un lamento
de noches eternas cuando hay luna llena.
Y cuando me toma y me usa, le cuento
que me traiga el infierno, mi dulce condena.
Señor de la inmundicia,
Príncipe de la Dulce Pena,
mi sangre me acaricia.
Hoy soy tuyo, hay luna llena.