En el jardín de la noche
hay una rosa, luminosa,
que me mira fijamente a los ojos,
parpadea y me quiere decir cosas,
tantas cosas que no sé, que no sé.
Y es cuando alargo los brazos
para llevarle mis manos tan abiertas
que casi me siento llegar con el pie.
Pero yo,
quiero ser de noche el dueño
de los ojos, de la altura,
y he de fundir la montura
para galopar mi sueño.
Volaré,
tengo que domar el fuego
para cabalgar seguro
en la bestia de futuro
que me lleve a donde quiero.
En el jardín de la noche
hay una rosa, luminosa,
que me mira fijamente a los ojos,
parpadea y me quiere decir cosas,
tantas cosas que no sé, que no sé.
Y es cuando alargo los brazos
para llevarle mis manos tan abiertas
que casi me siento llegar...
Volaré,
volaré al jardín del cielo,
en un pájaro violento,
en un corredor del viento,
en un caballo de fuego.
Volaré,
quiero ser de noche el dueño
de los ojos de la altura
y he de fundir la montura
para galopar mi sueño.
Tomado de AlbumCancionYLetra.com
Esta canción está dedicada a Arnaldo Tamayo Méndez, el primer latinoamericano y el primer hombre negro que viajó al espacio. El teniente coronel Tamayo, un guantanamero de 38 años, fue elegido para participar en el vuelo de la Soyuz 38 dentro del Programa Intercosmos de la extinta Unión Soviética. El vuelo tuvo lugar entre el 18 y el 26 de septiembre de 1980. (Gracias, Joel, por sacarme del error. Yo juraba que era Yuri Gagarin a quién Silvio le había compuesto esta belleza.) (Nota de H.V.)