Pensé que era un típico ataque de celos
cuando en el umbral de mi casa lo vi,
los ojos hinchados por el desconsuelo
y un tajo en el alma firmado por ti.
"No vengo a montarte una escena de cuernos,
sino a prevenirte contra esa mujer:
quererla es mudarse a vivir al infierno,
caer es sus garras es jugarse la piel".
No dejé que acabara. "Largo de aquí"
le dije y descubrí la verdad
como los cobardes,
demasiado tarde.
Más me hubiera valido
haberle hecho caso a tu marido.
No me puso nadie un cuchillo en el pecho.
Igual que un chiquillo el anzuelo mordí.
La vida a tu carta aposté por derecho.
Mira lo que han hecho tus besos de mí.
No puedo decir que no estaba advertido.
Cerré los oídos y ahora me veo
probando el amargo sabor del olvido
entre los escombros que deja el deseo.
Y pensar que me puso media ciudad
en guardia contra ti...
Cuando vi
que era todo cierto
ya me habías llevado al huerto.
Tomado de AlbumCancionYLetra.comFue primero un fontanero
que te ayudó
a desabrocharte el liguero;
luego, el panadero
y aquel mes de calor
un camión entero
del cuerpo de bomberos.