Dedicar Letra Paradoja de Daniel Devita Con Marty Friedman

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 te dedica Paradoja de Daniel Devita Con Marty Friedman y te envía el siguiente mensaje:

Mensaje
No imaginé esa noche, cuando salí,

que las cosas cambiarían tanto para mí.

¿El azar, la fortuna, la alquimia?

Huracanes desatados por acciones nimias.

Partí sin rumbo buscando despejarme,

el sol se había escondido caída la tarde.

Me ardía la carne y quemaba el alma,

quería calmarme, sequé mis palmas.

Recuerdo a esa gente que en el bardo me abordó,

sus promesas de aventura y esa tarjeta bordó.

Dije: "Gracias, bailar no es lo mío."

-"¿Quién habló de bailar? Seguime, amigo."

La curiosidad derrotó al hombre prudente

y por una calle angosta me metí con esa gente.

Una puerta sucia, de vieja pintura roja,

se abrió de par en par... ¡Bienvenido a la paradoja!

 

Por más que busques la respuesta,

aunque prometan brindarte premisas ciertas,

no hay que meterse en cualquier puerta aunque esté abierta.

No hay que meterse en cualquier puerta.

 

 

 

Ya estaba dentro y nada extraño,

un par de muebles desgastados por los años,

una mesa de gran tamaño, un baño,

y qué extraño; Vi que nadie me acompañó.

Solo había un señor que con rostro sonriente

antes de irse del sitio, me pidió que me siente.

Frente a mí un recipiente, parecía cerveza.

Pero estaba caliente y la textura era espesa.

No entendí por qué sin tener sed bebí con frenesí

y un éxtasis así sentí y se apoderó de mí.

Volví a beber y ahora sabía al mejor vino,

las paredes giraban como un disco de vinilo.

Ilógico, pero se detuvo el tiempo,

palabras dibujadas en el aire vi contento,

porque enseguida supe que era cada pensamiento

brotando de mi mente y me quedaba sin aliento.

 

Por más que busques la respuesta,

aunque prometan brindarte premisas ciertas,

no hay que meterse en cualquier puerta aunque esté abierta.

No hay que meterse en cualquier puerta.

 

 

 

Qué enorme parecía ese cuarto diminuto.

Qué vulnerable estaba, creyendotener control               

absoluto, qué poco astuto,

me brotaban carcajadas y el ambiente era de luto.

Caricias heladas, miradas a escondidas,

Sentí besos que dejaban marcas como mordidas.

Vacío en plenitud, saboreaba el hambre

y mi sonrisa se bañaba en lágrimas de sangre.

Al notarlo el pánico se apoderó de mi ánimo,

busqué la puerta y ya no estaba, fueron titánicos

esfuerzos por salir, todos en vano.

 El suelo se cubrió dearena y yo en el llano.

Ya no había nada, atónito.

Me encontraba sediento, un desierto inhóspito.

Incrédulo pedí, temblando como una hoja;

¡Por favor sáquenme de esta maldita paradoja!

 

Pude ver mi infancia entre situaciones trágicas:

era el hijo mayor de una pobre tribu en África,

y tan gráfica la escena se esfumaba en un segundo,

y era oriundo de otra tierra y de la más rica del mundo.

Príncipe y mendigo, ciego sordo y mudo,

amputado, superdotado, gigante y menudo.

Me vi en tronos y mazmorras, en cadalsos,

me vi en otros zapatos y también me vi descalzo.

Al borde del colapso, todo eso se detuvo

Y la nada se apretó sobre mi cuerpo como un nudo.

Fue como si jamás hubiera sido el universo,

un plano muy lejano a lo que es puro y lo perverso.

De un átomo visible brotó una luz inmensa

y volví a mi realidad pero con una diferencia;

Busqué mi hogar,  perovi que estaba perdido

y pude notar que es que yo nunca había nacido.

 

No podría decirles cuanto tiempo transcurrió,

tal vez años de foráneo sin tener voto ni voz.

Sin mediar preocupación, ni tener reputación.

Pude dedicar mi tiempo a la bendita observación.

Vi que el mal financiaba a gente buena equivocada.

Mentirosos gritaban y gente honesta callaba.

Vi los gestos más nobles en quien no me lo esperaba

y bajezas innombrables en supuestos camaradas.

Vi falsas llamaradas, almas desamparadas,

llamadas entre némesis y exégesis falseadas.

Me estaba acostumbrando ya a mi falta de existencia,

cuando otra vez todo empezó a moverse con violencia.

Me desperté en mi cama bañado en sudor y lágrimas

y fui a buscar un lápiz para volcar todo en páginas.

Mientras mis ojos ven este papel que mojan,

va un consejo; no cruzar la puerta roja de la paradoja.

 

Por más que busques la respuesta,

aunque prometan brindarte premisas ciertas,

no hay que meterse en cualquier puerta aunque esté abierta.

No hay que meterse en cualquier puerta.

 

Por más que busques la respuesta,

aunque prometan brindarte premisas ciertas,

no hay que meterse en cualquier puerta aunque esté abierta.

No hay que meterse en cualquier puerta.
Tomado de AlbumCancionYLetra.com
 

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