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A esa muchacha
que dio a morder
su piel de manzana
cuando Cupido
plantaba un nido
en cualquier ventana.
A esa muchacha
que tuvo al barrio
guardando cola
y revoloteando
como polillas
en las farolas.
A esa muchacha que fue "Piel de Manzana"
se le quebró el corazón de porcelana,
se le bebieron de un trago la sonrisa.
La primavera con ella tuvo prisa.
Y quién me hace entender
que la entretuve ayer
temblándome en las manos.
Maldigo el no poder
volvernos a esconder
en el último rellano
y a oscuras, compartir
un ramillete de promesas
y oír, sobre las diez:
«Niña, la hora que es y sin poner la mesa».
Muchachas tristes
que florecisteis
en mis aceras,
bien poco ha escrito
en vuestros cuadernos
la primavera...
...y llega el invierno.