Vista previa
No hay nadie en las sombras, sólo mensajes en el contestador y el olor a pólvora en la habitación y hojas de papel que saben nunca obtendrán respuesta.
Calladas observan cómo tanto ruido de repente el silencio acabó.
Las paredes mudas por la impresión de horror se sonrojan.
Testigos del fin de una humanidad en decadencia.
Las calles solas, llenas de inmundos seres escasos de honor y mil historias que olvidar. Cierra los ojos y tan sólo observa alrededor.
De un solo instante un solo bang.
El mensaje es repetitivo y ellos son dueños ya de tu conciencia.
¿Acabará?
Todo está mal, no va a cambiar.
El mundo es para quien sabe mentir. Ser un ganador sino mejor morir.
Finge perfección, humilla al perdedor. No llores, eso no debe hacerlo un hombre.
Las reglas del juego no puedes entender y créeme ellos no van a perder.
Entre risas te señalarán, eso es lo que ellos llaman ganar.
Y tu eres solo un perdedor y ellos no te lo van a perdonar.
Los verás disfrutar al hacerte llorar de impotencia.
A solas, en casa. Todo parece dar vueltas a su alrededor.
Todos los recuerdos son malos. Quisiera tan solo poder olvidar, que se calmara sola esa inmunda y constante tormenta.
Frío intenso.
Siempre estuvo conciente de cuál era la solución.
Sudando con humor a desesperación.
Así llega el final.