La pelota pasó entre las piernas
de aquel pobre flaco,
hace rato que ya la tocaste
y la fuiste a buscar;
en el área amagaste
y la pisaste ante el arquero.
Sutil y certero
se la mandaste a guardar.
Haberte visto jugar en el colegio
fue un privilegio,
daría hasta lo que no tengo
por un año más.
Casi siempre apostado
en una esquina cualquiera;
ahí, en la vereda, picando
tu piedra filosofal.
Yo no sé quienes son los fantasmas
que te roban el sueño,
apenas soy dueño de un par de mentiras,
un par...
De la bocha en los pies
al cigarro en la mano, mi amigo,
va soñando otra vez que le toca
jugar el domingo;
esperando paciente,
siempre hay revancha
y en la cancha
se ven los pingos.
Un corazón abierto
y un cráneo a prueba de giles.
Y miles de chistes picando
en las aulas de ayer.
A cambio de nada
por mí siempre diste la cara;
si hasta una trompada
recuerdo ligaste una vez.
Ojalá que este paso del tiempo
y las malas noticias
tu risa y tu locura
no hayan apagado
y cuando en la noche
enciendas la mecha de tu soledad
del cielo te caiga una piba
y se quede a tu lado.
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