Cuando la vida dobla, encontrás a la persona, o algo que te mata. Cuando la vida llega, porque antes no llegaba, y pica y te rebalsa. Cuando la sangre es floja, la carne huele a besos, el hombre es la carnada para encontrar la llave que abre el infinito, tu mente es la que manda.
Ya no me importa nada, ya no me importa nada. Ya no me importa nada, ya no me importa nada. Ya no me importa nada, no soy lo que esperabas. Ya no me importa nada, ya no me importa nada.
Para matar mis sueños, yo soy mi propia espada,
Ya no me importa nada, si me arden los domingos, tu piel las madrugadas. Ya no me importa nada, si ya encontre mi llave, Ya no me importa nada.
Yo tuve un accidente, fue dentro de mi mente, ocurrió algo inesperado. Choqué y di cinco trompos, vi a dios y a los parientes mandándome de vuelta. Pero antes de partir del cielo de mi mente, yo misma me di un beso. Me dije: 'Aquí está nena, te doy tu propia llave. Abrí todos tus sueños, ya no me importa nada.
Los seres diminutos, los magos de la envidia que surcan los espacios, andan por tus bolsillos, oyendo el tintineo. Preparando el zarpazo, no acuses las señales. Son muy inofensivas, no merecen la pena. Si tu llave se cae, no creas que la agarran, nunca uno pudo verla.
Ya no me importa nada, y con la misma llave, abrí el abecedario, y tu piel que me costaba. Y con la misma llave, abrí todas las trabas, no sólo las de mi casa. Y con la misma llave, espero abrir tus ganas, espero abrir tu alma. Y con la misma llave, espero abrir mi alma. Ya no, ya no, ya no me importa nada.