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No lo van a impedir la golondrinas,
ni ventanales rotos, ni lunas nuevas,
ni todos los andamios, ni las hormigas,
ni flores, ni herejías, ni colmeneras.
No lo van a impedir los corre mundos,
ni los soldados, ni las primaveras,
ni aun negándolo el viento de muro en muro,
ni aun negándolo, al fin, donde se crea.
No lo van a impedir ni andén, ni esquina,
ni el temor de la virgen si obscurece,
ni el humo de las calles y llovizna,
ni el canto del verano que anochece.
No lo van ha impedir ni el falso amigo,
ni el que alimenta el cepo y la tortura,
ni el pequeño ladrón de mano fría,
ni el terrible don Juan de cara dura.
No lo van a impedir ni moralistas,
ni el indiscreto encanto del embrujo,
ni ausentes millonarios, ni arribistas,
ni aspirantes al hacha del verdugo.
No lo van a impedir las bandoleras,
ni el letrado galán de poco vuelo,
ni inquisidores, ni aguafiestas,
ni eternos sembradores de veneno.
No lo van a impedir los enemigos,
ni atentos intimistas alabados,
ni burócratas tiernos, ni podridos,
ni herederos, ni apóstoles errados.
No lo van a impedir del valle al cielo,
ni reyes del honor, ni periodistas,
ni antiguos comediantes, ni embusteros,
ni estudiantes de leyes, ni alquimistas.
No lo van a impedir los generales,
ni adorables doncellas pervertidas,
ni apelables procesos judiciales,
ni perros, ni cometas, ni suicidas.
No lo van a impedir ni prohibidos,
ni novios convencidos, ni hechiceros,
no lo van a impedir las soledades
a pesar del otoño creceremos,
Creceremos.