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¡Ay, qué laureles tan verdes,
qué flores tan encendidas!
Si piensas abandonarme,
mejor quítame la vida.
Alza los ojos a verme
si no estas comprometida.
Se secaron los laureles,
ya no cantan los jilgueros.
En la cárcel del olvido
hay un hombre prisionero.
Hay un hombre prisionero
en la cárcel del olvido
y yo soy ese olvidado
que fui siempre malquerido.
Me recargo en los candados
y comienzo a suspirar.
Ya mi pelo se hizo blanco
pensando en la libertad.
Dichosos los que [...]
gozan de felicidad.
Los parandales de acero
se han doblado con el tiempo,
pero ellos no sienten nada
de lo que yo estoy sintiendo.
Quiero amor, quiero cariño,
pero soy tan desdichado
que aunque me miren sonriendo
vivo preso y olvidado.
Me recargo en los candados
y comienzo a suspirar.
Ya mi pelo se hizo blanco
pensando en la libertad.
Dichosos los que [...]
gozan de felicidad.