Como un canto levanta la noche
añoranzas que vienen y van,
encendiendo el violín de los grillos
junto al cerco de la soledad.
Encendiendo el violín de los grillos
junto al cerco de la soledad.
Y la luna en el lomo del río
con la espuma se pone a jugar,
y unas coplas de antiguas vidalas
en la orilla ya se oyen cantar.
Y unas coplas de antiguas vidalas
en la orilla ya se oyen cantar.
SALAVINA, AY, SALAVINA,
QUISIERA VERTE OTRA VEZ,
SER EL CHANGO QUE ALLÁ EN LOS BAÑADOS
SE MOJABA CONTENTO LOS PIES.
SER EL CHANGO QUE ALLÁ EN LOS BAÑADOS
SE MOJABA CONTENTO LOS PIES.
Cuando el sol con su magia lo deja,
florecido de oro al tuscal,
el crespín va rompiendo el silencio,
por amargos senderos de sal.
El crespín va rompiendo el silencio,
por amargos senderos de sal.
Con estrellas y voces lejanas,
de esperanza la noche en su amor,
y la ausencia revive en la pena,
que se adueña del viejo cantor
Y la ausencia revive en la pena,
que se adueña del viejo cantor.
SALAVINA, AY, SALAVINA,
QUISIERA VERTE OTRA VEZ,
SER EL CHANGO QUE ALLÁ EN LOS BAÑADOS
SE MOJABA CONTENTO LOS PIES.
SER EL CHANGO QUE ALLÁ EN LOS BAÑADOS
SE MOJABA CONTENTO LOS PIES.
Tomado de AlbumCancionYLetra.comAUTOR: Mario Arnedo Gallo