Idioma Origen:
Avión; primera clase, hotel de 5 estrellas, jacuzzy en la habitación. En la mano una botella de champagne caro, a costa de la organización,
que ha hecho un trabajo excelente en cuanto a la promoción del evento del año, o eso pone en los carteles. La gente irá a verlo, aunque les dan donde les duele, en el bolsillo. La entrada es un atraco, pero es tu MC favorito en vivo y no miles de toyacos. Leyenda urbana en vivo, vas al show.
Seguro, tanto tú como yo, nos enamoramos de su flow.
Hace ya tiempo con sus bases rapeé mis primeras letras, de sus letras copié mis primeras frases, y es que el dinero no es un pretexto cuando llega el momento de ver a uno de los grandes en directo. La sala se peta y cuelga el cartel de 'no hay entradas'. Peña pidiendo papel, camareras agobiadas en la barra. La gente está en la parra, tocan otros grupos; no prestarán atención hasta el último minuto. Esperan al ídolo del ghetto, que ha bajao del cielo para cobrarle y rapearle a unos catetos. Y por fín sale a escena, todos chillan; gente de Madrid, de Barcelona, de Valencia, de Sevilla. Gente de toda España, le siguen desde hace años. Se vuelven locos, se dan codazos, se hacen daño.
Cuando ven que está ahí en carne y hueso, suena el primer clásico; todos se mueren por eso, se mueven con eso. Algo no va bien, el estribillo es playback. ¿Lo has notado tú también? Rapea temas de otros. ¿Qué está haciendo el guiri ese? Cachondearse de nosotros. Vaya basura de directo, coño, ya lo noto. ¿Cómo? Ya se termina, tras una media hora ahí encima, el cabrón se bajó de la tarima y se plantó, y se llevó la pasta por la cara.
La gente hasta aplaudió, les encantó que les estafara; directo al camerino, alejado de nosotros, fin del cuento. Ni entrevistas, ni autógrafos, ni fotos con Mr. Marshall, que se baja de un escenario que accedió pisar a cambio de un caché millonario con prepotencia. Le dio vergüenza ajena y, siendo franco, miré con envidia sus cadenas de oro blanco.
Yo también tocaba allí, ¿sabes? Y tuve suerte, nos alojaron dentro de un hostal de mala muerte a todos los teloneros. Apestaba a desinfectante, accedimos a ir por menos dinero, no nos dieron de comer. Hubo acceso restringido cuando el guiri empezó a hacer sus pruebas de sonido. No pudimos verlas, ni conocerlo en persona, terminó y se volvió al hotel de lujo de tirona. Los demás tuvimos que ir con prisa en las pruebas, hubo bulla con los técnicos, teníamos mesas nuevas.
Queríamos sonar gordo, no lo conseguimos del todo.
Nos tuvieron que bajar con malos modos.
La cosa no pintaba bien, algo no encaja, y es que los locales no jugábamos con ventaja. La organización pasaba, nadie había dormido nada,
nadie sabia a qué hora le tocaba tocar. Fuimos a un bar a comer, nos sudo la polla. Hubo quien se hartó, hubo quien se comió la olla, yo la uñas. Llegó nuestro turno, nos subimos y, os lo juro,
lo hicimos lo mejor que pudimos. Bajamos con un mal sabor de boca, pero atentos a la hora. Estaba a punto de llegar el gran momento y llegó, y bueno, ya sabéis lo que pasó después. Nada, el guiri la cagó, le salto el CD.
Mr. Marshall sale en un video fumándose un peta en un coche de lujo, yo con mi boli y mi libreta. No tengo fans, no tengo carné, no tengo pasta. Tengo su disco, el disco de Mr. Marshall. Mr. Marshall un día fue auténtico, antes de que empezara a sacar un montón de discos idénticos al mercado.
Pero nadie le dijo 'basta'. El rap es un negocio, el negocio de Mr. Marshall.
Idioma Destino:
Avión; primera clase, hotel de 5 estrellas, jacuzzy en la habitación. En la mano una botella de champagne caro, a costa de la organización,
que ha hecho un trabajo excelente en cuanto a la promoción del evento del año, o eso pone en los carteles. La gente irá a verlo, aunque les dan donde les duele, en el bolsillo. La entrada es un atraco, pero es tu MC favorito en vivo y no miles de toyacos. Leyenda urbana en vivo, vas al show.
Seguro, tanto tú como yo, nos enamoramos de su flow.
Hace ya tiempo con sus bases rapeé mis primeras letras, de sus letras copié mis primeras frases, y es que el dinero no es un pretexto cuando llega el momento de ver a uno de los grandes en directo. La sala se peta y cuelga el cartel de 'no hay entradas'. Peña pidiendo papel, camareras agobiadas en la barra. La gente está en la parra, tocan otros grupos; no prestarán atención hasta el último minuto. Esperan al ídolo del ghetto, que ha bajao del cielo para cobrarle y rapearle a unos catetos. Y por fín sale a escena, todos chillan; gente de Madrid, de Barcelona, de Valencia, de Sevilla. Gente de toda España, le siguen desde hace años. Se vuelven locos, se dan codazos, se hacen daño.
Cuando ven que está ahí en carne y hueso, suena el primer clásico; todos se mueren por eso, se mueven con eso. Algo no va bien, el estribillo es playback. ¿Lo has notado tú también? Rapea temas de otros. ¿Qué está haciendo el guiri ese? Cachondearse de nosotros. Vaya basura de directo, coño, ya lo noto. ¿Cómo? Ya se termina, tras una media hora ahí encima, el cabrón se bajó de la tarima y se plantó, y se llevó la pasta por la cara.
La gente hasta aplaudió, les encantó que les estafara; directo al camerino, alejado de nosotros, fin del cuento. Ni entrevistas, ni autógrafos, ni fotos con Mr. Marshall, que se baja de un escenario que accedió pisar a cambio de un caché millonario con prepotencia. Le dio vergüenza ajena y, siendo franco, miré con envidia sus cadenas de oro blanco.
Yo también tocaba allí, ¿sabes? Y tuve suerte, nos alojaron dentro de un hostal de mala muerte a todos los teloneros. Apestaba a desinfectante, accedimos a ir por menos dinero, no nos dieron de comer. Hubo acceso restringido cuando el guiri empezó a hacer sus pruebas de sonido. No pudimos verlas, ni conocerlo en persona, terminó y se volvió al hotel de lujo de tirona. Los demás tuvimos que ir con prisa en las pruebas, hubo bulla con los técnicos, teníamos mesas nuevas.
Queríamos sonar gordo, no lo conseguimos del todo.
Nos tuvieron que bajar con malos modos.
La cosa no pintaba bien, algo no encaja, y es que los locales no jugábamos con ventaja. La organización pasaba, nadie había dormido nada,
nadie sabia a qué hora le tocaba tocar. Fuimos a un bar a comer, nos sudo la polla. Hubo quien se hartó, hubo quien se comió la olla, yo la uñas. Llegó nuestro turno, nos subimos y, os lo juro,
lo hicimos lo mejor que pudimos. Bajamos con un mal sabor de boca, pero atentos a la hora. Estaba a punto de llegar el gran momento y llegó, y bueno, ya sabéis lo que pasó después. Nada, el guiri la cagó, le salto el CD.
Mr. Marshall sale en un video fumándose un peta en un coche de lujo, yo con mi boli y mi libreta. No tengo fans, no tengo carné, no tengo pasta. Tengo su disco, el disco de Mr. Marshall. Mr. Marshall un día fue auténtico, antes de que empezara a sacar un montón de discos idénticos al mercado.
Pero nadie le dijo 'basta'. El rap es un negocio, el negocio de Mr. Marshall.