Idioma Origen:
EL PADRE.
Letra y Música: Tito Fernández
Mi padre tenía la voz de mi hermano
la frente tranquila, la piel en las manos
venía de donde nace mi canción,
de una moza pobre y un rico varón.
Llevaba por apellido,
el que quisieran ponerle,
de la tierra campesino
obrero de pueblo verde.
Mi padre tenía, apenas,
quince años p'a defenderse
y una voz que mantener
luchando para comer.
Mi padre venía de donde la tierra
florece en espigas y el cerro se quiebra.
atado de manos, atado de pies,
un día lejano, del campo se fue.
A buscar en otro lado
una vida placentera
de burgués acomodado
sin amarguras ni penas.
Mi padre p'a defenderse
tenía veinte años apenas
y vivió, feliz, ya ves
engordando a otro burgués.
Recitado.
Y se vinieron los hijos
uno enfermo y otro sano,
uno sucio y otro limpio,
uno bueno y otro malo.
¿Qué culpa tuvo mi padre
de quedar solo, olvidado,
si había aprendido que todo
con dinero era comprado?
Canto.
Mi padre tenía la voz de mi hermano
la frente tranquila, la piel en las manos.
La fiel compañera, que un día buscó,
una tarde, enferma, también lo dejó.
Nosotros, los que quedamos,
sabemos a ciencia cierta,
que el culpable no es el amo
sino el que la bota acepta.
Nosotros, los que quedamos,
sabemos a ciencia cierta,
que el color que no se ve
no se pinta, para qué.
Mi padre tenía la voz de mi hermano
la culpa de todos los abandonados.
Idioma Destino:
EL PADRE.
Letra y Música: Tito Fernández
Mi padre tenía la voz de mi hermano
la frente tranquila, la piel en las manos
venía de donde nace mi canción,
de una moza pobre y un rico varón.
Llevaba por apellido,
el que quisieran ponerle,
de la tierra campesino
obrero de pueblo verde.
Mi padre tenía, apenas,
quince años p'a defenderse
y una voz que mantener
luchando para comer.
Mi padre venía de donde la tierra
florece en espigas y el cerro se quiebra.
atado de manos, atado de pies,
un día lejano, del campo se fue.
A buscar en otro lado
una vida placentera
de burgués acomodado
sin amarguras ni penas.
Mi padre p'a defenderse
tenía veinte años apenas
y vivió, feliz, ya ves
engordando a otro burgués.
Recitado.
Y se vinieron los hijos
uno enfermo y otro sano,
uno sucio y otro limpio,
uno bueno y otro malo.
¿Qué culpa tuvo mi padre
de quedar solo, olvidado,
si había aprendido que todo
con dinero era comprado?
Canto.
Mi padre tenía la voz de mi hermano
la frente tranquila, la piel en las manos.
La fiel compañera, que un día buscó,
una tarde, enferma, también lo dejó.
Nosotros, los que quedamos,
sabemos a ciencia cierta,
que el culpable no es el amo
sino el que la bota acepta.
Nosotros, los que quedamos,
sabemos a ciencia cierta,
que el color que no se ve
no se pinta, para qué.
Mi padre tenía la voz de mi hermano
la culpa de todos los abandonados.