Idioma Origen:
Sin solución.
Mata o muere o ambas cosas
o conviértete en un bufón.
Corre el idiota detrás de lo perdido.
Fue esta la lección que,
a pesar de las prácticas,
extraje de un libro
que ya nunca te dejaré.
Porque mientras yo vomitaba
lagrimas de cocodrilo,
tu gemías como una perra ¡niñata!
(y) en brazos del enemigo.
Mil preguntas dejé ya en el aire,
¡ni de coña! me respondió el viento,
que me dio por pensar
¿de qué vas? ¿de inmortal?
a falta de un sitio dónde caerte muerto.
Fue esta la lección que,
a pesar de las prácticas,
extraje de un libro
que ya nunca te dejaré.
Porque mientras yo vomitaba
lagrimas de cocodrilo,
tu gemías como una perra ¡niñata!
(y) en brazos del enemigo.
Aún recuerdo aquella noche de mala estrella,
yo tocaba en una orquesta y tú bailabas,
reina de las fiestas, por Whitney Houston y los Camela.
Rojo supurante, mi corazón
era chorizo frito en la parrilla
de una asociación vecinal.
Mi lolita, niña bien de talle,
haciendo derroche en los coches de choque,
te comían con los ojos
los feriantes y los malotes.
Vi las huellas de tus pies
en la luna delantera de un coche,
una rumba ratonera rajó mis entrañas
y entonces llegaron los palos,
escopetas de feria que carga el diablo,
y ya había bajado a llevarte
a casa de tu papá.
Fue esta la lección que,
a pesar de las prácticas,
extraje de un libro
que ya nunca te dejaré.
Porque mientras yo vomitaba
lagrimas de cocodrilo,
tu gemías como una perra ¡niñata!
(y) en brazos del enemigo.
¡A mestizarse!
Idioma Destino:
Sin solución.
Mata o muere o ambas cosas
o conviértete en un bufón.
Corre el idiota detrás de lo perdido.
Fue esta la lección que,
a pesar de las prácticas,
extraje de un libro
que ya nunca te dejaré.
Porque mientras yo vomitaba
lagrimas de cocodrilo,
tu gemías como una perra ¡niñata!
(y) en brazos del enemigo.
Mil preguntas dejé ya en el aire,
¡ni de coña! me respondió el viento,
que me dio por pensar
¿de qué vas? ¿de inmortal?
a falta de un sitio dónde caerte muerto.
Fue esta la lección que,
a pesar de las prácticas,
extraje de un libro
que ya nunca te dejaré.
Porque mientras yo vomitaba
lagrimas de cocodrilo,
tu gemías como una perra ¡niñata!
(y) en brazos del enemigo.
Aún recuerdo aquella noche de mala estrella,
yo tocaba en una orquesta y tú bailabas,
reina de las fiestas, por Whitney Houston y los Camela.
Rojo supurante, mi corazón
era chorizo frito en la parrilla
de una asociación vecinal.
Mi lolita, niña bien de talle,
haciendo derroche en los coches de choque,
te comían con los ojos
los feriantes y los malotes.
Vi las huellas de tus pies
en la luna delantera de un coche,
una rumba ratonera rajó mis entrañas
y entonces llegaron los palos,
escopetas de feria que carga el diablo,
y ya había bajado a llevarte
a casa de tu papá.
Fue esta la lección que,
a pesar de las prácticas,
extraje de un libro
que ya nunca te dejaré.
Porque mientras yo vomitaba
lagrimas de cocodrilo,
tu gemías como una perra ¡niñata!
(y) en brazos del enemigo.
¡A mestizarse!