Idioma Origen:
Botas altas, cazadoras de cuero, con
chapas de Sex Pistols y los Who,
silbando salen de sus agujeros los
pavos de la banda del Kung Fu.
Desde el suburbio cuando el sol de va,
a lomos del hastío y la ansiedad,
vienen buscando bronca a la ciudad.
Dile a tus hijas, hombre de la calle, que
escondan su virtud y su reloj,
cierra tu Simca-Mil con siete llaves, da
la alarma si tarda el ascensor.
Duerme vestido, no apagues la luz,
guarda el radio-cassette en un baúl,
que anda suelta la banda del Kung Fu.
Las motocicletas que
mangaron anteayer los conducen
hasta Lavapiés.
Seis tubos de anfetas,
dos farmacias, un tirón,
si se tercia, alguna violación.
Al ritmo de guitarras asesinas se
juegan el destino a cara o cruz.
En El Caso ha leído una vecina que
ha caído la banda del Kung Fu.
Podrán dormir tranquilos otra vez,
ahorrar unas pesetas cada mes,
trabajo de rutina para el juez.
Del pub a la trena, no conocen otro hotel
que la quinta de Carabanchel.
Se cortan las venas, se tragan vidrios con tal
de que los lleven al hospital.
¿Qué importa si revientan algún día?
Mientras estén las cosas como están
sus colegas de Aluche o Entrevías la
ley de la navaja heredarán.
Desde el suburbio, cuando el sol se va,
a lomos del hastío y la ansiedad
vendrán buscando bronca a la ciudad.
Botas altas, cazadoras de cuero, con
chapas de Sex Pistols y los Who,
silbando salen de sus agujeros los
pavos de la banda del Kung Fu.
Idioma Destino:
Botas altas, cazadoras de cuero, con
chapas de Sex Pistols y los Who,
silbando salen de sus agujeros los
pavos de la banda del Kung Fu.
Desde el suburbio cuando el sol de va,
a lomos del hastío y la ansiedad,
vienen buscando bronca a la ciudad.
Dile a tus hijas, hombre de la calle, que
escondan su virtud y su reloj,
cierra tu Simca-Mil con siete llaves, da
la alarma si tarda el ascensor.
Duerme vestido, no apagues la luz,
guarda el radio-cassette en un baúl,
que anda suelta la banda del Kung Fu.
Las motocicletas que
mangaron anteayer los conducen
hasta Lavapiés.
Seis tubos de anfetas,
dos farmacias, un tirón,
si se tercia, alguna violación.
Al ritmo de guitarras asesinas se
juegan el destino a cara o cruz.
En El Caso ha leído una vecina que
ha caído la banda del Kung Fu.
Podrán dormir tranquilos otra vez,
ahorrar unas pesetas cada mes,
trabajo de rutina para el juez.
Del pub a la trena, no conocen otro hotel
que la quinta de Carabanchel.
Se cortan las venas, se tragan vidrios con tal
de que los lleven al hospital.
¿Qué importa si revientan algún día?
Mientras estén las cosas como están
sus colegas de Aluche o Entrevías la
ley de la navaja heredarán.
Desde el suburbio, cuando el sol se va,
a lomos del hastío y la ansiedad
vendrán buscando bronca a la ciudad.
Botas altas, cazadoras de cuero, con
chapas de Sex Pistols y los Who,
silbando salen de sus agujeros los
pavos de la banda del Kung Fu.