Idioma Origen:
Quizás porque mi niñez sigue jugando en tu playa
y escondido tras las cañas duerme mi primer amor,
llevo tu luz y tu olor por dondequiera que vaya,
y amontonado en tu arena guardo amor, juegos y penas
Yo que en la piel tengo el sabor amargo del llanto eterno
que han vertido en tí cien pueblos,
de Algeciras a Estambul,
para que pintes de azul sus largas noches de invierno.
A fuerza de desventuras tu alma es profunda y oscura.
A tus atardeceres rojos se acostumbraron mis ojos
como el recodo al camino. Soy cantor, soy embustero,
me gusta el juego y el vino, tengo alma de marinero.
¡Qué le voy a hacer si yo nací en el Mediterráneo...!
...Y te acercas, y te vas después de besar mi aldea,
jugando con la marea te vas, pensando en volver,
eres como una mujer perfumadita de brea
que se añora y se quiere, que se conoce y se teme.
¡Ay! Si un día para mi mal viene a buscarme la parca,
empujad al mar mi barca con un Levante otoñal
y dejad que el temporal desguace sus alas blancas.
Y a mí enterradme sin duelo entre la playa y el cielo.
En la ladera de un monte, más alto que el horizonte,
quiero tener buena vista. Mi cuerpo será camino,
le dará verde a los pinos y amarillo a la Genista...
Cerca del mar, porque yo...
Idioma Destino:
Quizás porque mi niñez sigue jugando en tu playa
y escondido tras las cañas duerme mi primer amor,
llevo tu luz y tu olor por dondequiera que vaya,
y amontonado en tu arena guardo amor, juegos y penas
Yo que en la piel tengo el sabor amargo del llanto eterno
que han vertido en tí cien pueblos,
de Algeciras a Estambul,
para que pintes de azul sus largas noches de invierno.
A fuerza de desventuras tu alma es profunda y oscura.
A tus atardeceres rojos se acostumbraron mis ojos
como el recodo al camino. Soy cantor, soy embustero,
me gusta el juego y el vino, tengo alma de marinero.
¡Qué le voy a hacer si yo nací en el Mediterráneo...!
...Y te acercas, y te vas después de besar mi aldea,
jugando con la marea te vas, pensando en volver,
eres como una mujer perfumadita de brea
que se añora y se quiere, que se conoce y se teme.
¡Ay! Si un día para mi mal viene a buscarme la parca,
empujad al mar mi barca con un Levante otoñal
y dejad que el temporal desguace sus alas blancas.
Y a mí enterradme sin duelo entre la playa y el cielo.
En la ladera de un monte, más alto que el horizonte,
quiero tener buena vista. Mi cuerpo será camino,
le dará verde a los pinos y amarillo a la Genista...
Cerca del mar, porque yo...